Subió a cartelera del teatro Picadero, "Comienzo", del dramaturgo y guionista británico David Eldridge que en su escribir posee toda la actualidad y lo contemporáneo de una era gobernada por las apps y las redes, donde un pensar libre y directo es considerado raro y genera desconfianza.
Luego de una fiesta brindada por Laura en su casa de Recoleta, Danny se queda (para su asombro) ya que se percibe cierta química entre ambos, en especial en Laura que no tiene pruritos al comentar su interés por que se quede, en cambio para él es un cúmulo de ansiedades e inseguridades; Laura es imponente y directa, él cree que no tiene mucho para ofrecer por su complicada situación personal.
La obra va a ir surcando temáticas muy actuales, como bien comentara en un principio, donde pareciera que frente a una pantalla estamos seguros, pero a la hora de plantear un encuentro o un comienzo de algo las dudas y miedos se presentan bloqueando o saboteando lo que puede ser, aunque sea, un placentero momento.
Esto dibuja la pieza dirigida por Daniel Veronese, un director que maneja con holgada cintura este tipo de obra que va oscilando entre el drama y la comedia, en especial ésta última.
Los actores elegidos son estupendos y con muy buena química en escena, Gastón Cocchiarale, quien va realizando una carrera meritoria, la fuerza interpretativa que posee es su marca y no siempre fácil de emparejar. Amén de este trabajo muy bueno de Gastón, aquí Vanesa González está increíble, crea un personaje, su actuación no solo pasa por el texto, sino que su cuerpo e inclusive hablar son minuciosamente dispuestos para la obra y totalmente deliberados.
Si bien hemos visto temáticas cómo está en otras obras, con diferentes enfoques o encuadres, aquí lo importante, lo llamativo en realidad, lo atractivo son Vanesa y Gastón, es un deleite verlos en escena.
Con una escenografía super lograda y funcional a la pieza de Rodrigo González Garillo y una bienvenida producción general de Sebastián Blutrach, que mucho sabe de este ámbito, "Comienzo" se hace fuerte en la frescura del texto y la aceitada interpretación de sus protagonistas.
GUSTAVO SCUDERI
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