Más allá de gustos por diversos géneros, tanto en el cine como en el teatro, hay que reconocer que el terror en este último contexto es un nicho no muy transitado y posee seguidores fieles que están siempre en búsqueda de esos títulos u obras.
No recuerdo muchas piezas en este ámbito, pero sí resulta un hallazgo y realmente un éxito la saga (trilogía) “El juego”; creada por el multifacético y talentoso Fran Ruiz Barlett, quien ya tiene una carrera consagrada a este arte y lo característico y valorable de él, es que posee la habilidad de poder escribir, actuar, dirigir y también realizar música no solo para sus obras, sino también de forma individual de igual meritoria manera.
Ahora nos convoca la parte III, “El pacto de Antonio”, que temporalmente se ubica en el medio de las otras dos, sucede en el año 1967, mientras que las otras sucedían en el 2024 y en 1948; todas ellas relacionadas por una herencia terrorífica, esotérica, donde ante la invocación de los espíritus a través de la Ouija y cuando el conector se mueve, un ser demoniaco pide un sacrificio, que en las diferentes historias repercute de distintas maneras.
En esta nueva entrega, con un elenco menor en cantidad y personajes más puntuales hay una atracción particular, especial, la protagoniza su propio creador; Antonio es Fran y realiza una personificación minuciosa, llena de detalles e intensidades lo que le demanda muchísima concentración, no solo internamente sino también físicamente, gran trabajo. Sabemos también que en este genero es necesario un personaje que de aire y corte la tensión, porque no se puede sostener en todo el relato y el autor lo hace con Ricardo, un acertadísimo Marcelo Albamonte.
Después de muchos años, Antonio llama a su hermana Florencia, separados más que nada por la decisión de ella de estar alejada de su historia familiar, de su herencia maldita, en especial de su hermano. Ahora embarazada, acude al llamado de Antonio, que le suplica jugar una vez más para romper la maldición, pero ese sacrificio deberá ser aun mayor… No quiero adelantar más su historia, porque debería develar detalles que hacen justamente los giros sorpresivos, también necesarios en este género.
El elenco, muy solvente para este tipo de teatro no posee fisura alguna, todas ellas están muy bien y es de felicitar el trabajo de Eleonora Valdez, que junto al de Fran son dos personajes muy demandantes y que tienen aristas muy marcadas en la pieza; Gabriela Biebel y Valentina Cottet, se unen a ese logro.
“El juego, la saga” es una propuesta única hoy en la cartelera porteña, con una voz e impronta propias, que debería romper la barrera de la edad, que posee también muy buenos aspectos técnicos, fundamentales para este tipo de teatro.
GUSTAVO SCUDERI
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