Sabemos que la cartelera porteña está llena de propuestas y de una variedad increíble, en el afán de investigar que ver, muchas veces me es placentero enterarme o acercarme a propuestas que no son muy publicitadas y realmente están hechas con mucha pasión. Así un día acudiendo al precioso teatro Regina, me encontré con la gráfica de una obra que me llamó mucho la atención, no sólo por su colorido diseño o por la presencia de alguna estrella convocante como suele suceder, sino por su novedosa y necesaria temática.
"Ana es luz" es un musical independiente que se basa en la historia de Cris Miró (justamente hace poco, notificaron que se estaba por realizar una serie), por eso lo novedoso; nunca se había abordado la historia de esta primera vedette trans aceptada popularmente y cabecera de varias revistas, inclusive llegó a ganar un año el premio a mejor vedette, obviamente que su vida tuvo claroscuros y a muy temprana edad falleció en medio de un hermético silencio.
En la obra, creada por Facundo Miranda, sólo presenciaremos parcialmente su transformación y el comienzo de su éxito, ya que la misma también abarca otros temas sobre las minorías y los derechos y tampoco se trata de una biografía de Cris Miró. Valoro muchísimo el esfuerzo, las ganas, la humildad y cariño con que encaran el proyecto y lo agradecidos que estaban por mi acercamiento.
El protagónico (muy difícil tarea y más en una primera función, aunque los nervios son necesarios) es de Agustín Justin, y si me siguen, en críticas atrás festejaba el hecho de que nombres nuevos aparezcan en los musicales y éste es uno de los casos. Tampoco puedo dejar de destacar a un equipo actoral homogéneo, en el cual se distingue por su verborragia Juan Pablo Ragonese y una excelente banda en vivo de jóvenes artistas con una carrera muy promisoria por delante que interpreta grandes temas del rock nacional.
"Ana es luz" posee la fuerza de la novedad y las ganas de hacer, lo cual de por sí ya es muy valioso.
GUSTAVO SCUDERI
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