Decir que una pieza teatral va por su quinta temporada, es un indicador de que hay algo en ella que funciona, algo que hace que el público la reciba positivamente. El sábado a las 20.30 horas en el NüN pude asistir a la representación de "El hijo eterno" que, con localidades agotadas, arrancó esta obra que fue creciendo gracias al boca a boca y los excelentes comentarios, que también hicieron que se presente en gira y estar nominada a los premios ACE por su actuación protagónica y a la Estrella de mar como unipersonal.
Debo destacar que el tema que se trata es único, o al menos no muy transitado, y aunque tal vez debería explayarme al respecto, pues su relevancia lo amerita, decido no hacerlo para que cada espectador pueda transitar cada minuto junto a este padre primerizo que aún no pudo descubrir el significado de su propia vida. Esta etapa que empieza lo llenará de dudas, inquietudes, cuestionamientos y por fin comenzará a vislumbrar el sentido que lo tenía angustiado, comprendiendo que más allá de la estigmatización o el resquemor social para el comenzará un "partido" que, si bien no sabe cómo jugarlo o su resultado, lo tendrá en primera fila.
La obra está basada en un libro que es un suceso, del brasileño Cristòvāo Tezza, quien retrata su propia vivencia en este ejemplar cálido, profundo y redentor. Bajo una correcta adaptación de Bruno Lara, donde se entiende y palpa que nada fue pasado por alto y se respetó ese clima entre amigable, cómico, pero con una profundidad temática nunca visto.
Ahora bien, para representarla era necesario un actor que maneje aristas y Michel Noher se devora el escenario, su proximidad con el público no lo abruma, sino que lo acerca aún más, interpelando con su mirada y movimientos. Una actuación muy destacable y el texto en sus labios fluye y se transforma en una situación que lo embriaga y emociona, al igual que al espectador.
Dirigida en Buenos Aires por Juan Pablo Galimberti, siendo el concepto de Daniel Herz quien propone una puesta simple y a la vez difícil, la de concentrarse únicamente en el texto y el protagonista, sin artilugio alguno.
"El hijo eterno" es una bellísima, emotiva y aleccionadora historia, que está representada por un actor en estado de gracia.
GUSTAVO SCUDERI
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