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"El loco y la camisa" -MI CRITICA-

"El loco y la camisa" es una obra muy interesante por varios motivos, uno claramente que llama la atención es la representación en forma ininterrumpida por 15 años, otro es que marca el nacimiento en el escribir de un dramaturgo y director muy reconocido en el ámbito teatral: Nelson Valente. Otros de los aspectos que la hacen atrayente es que se trata de una propuesta bisagra, junto al teatro de Tolcachir, en la escena nacional; su escribir, su narrar esquiva cualquier solemnidad para adentrarse en universos muy personales, humanos, de problemática familiar, donde no se deja nada a mediatinta, que “explota” en la cara del espectador quien, curiosamente, lo recibe en forma cálida, nunca desprotegiendo a los personajes.

En esta ocasión Nelson expone la intimidad de una familia que guarda varios secretos, donde no se reconocen uno a otro, ni tampoco se dicen las verdades, únicamente Beto lo hace, que dentro de su proceso no conoce los filtros y dice la verdad que todos callan.

La actuación de Ramiro Delgado cómo Beto, debería decir que es consagratoria, pero él ya posee una trayectoria y todos sus trabajos son meritorios; es un actor sublime, su naturalidad para crear personajes es admirable. Él comparte elenco con los actores que ya la vienen representando, por solo seis meses; logra una comunión con sus compañeros y en especial con la historia, intachables. Fabiana Martínez cómo la madre, exquisita, tanto el personaje cómo su actuación respira, a uno le dan ganas de saltar al escenario de mi queridísimo Picadero a abrazarla. Ricardo Larrama, Soledad Bautista y José Pablo Suárez para nada desentonan, al contrario, llenan a sus personajes de aristas y peso para respaldar el texto.

Claramente "El loco y la camisa" seguirá siendo un clásico y un testimonio de una etapa que abrió las puertas a una nueva dramaturgia, que luego será transitada de dispar manera, en el caso de Nelson cuando suya es la escritura, volvemos a encontrarnos con esos universos ácidos, dulces, trágicos, aleccionadores, cómo la vida misma.


GUSTAVO SCUDERI




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