Gwen Verdon fue una bailarina y actriz estadounidense, que quedó adosada a la fama de su reconocido marido Bob Fosse, a pesar de haber ganado cuatro premios Tony. Hija de inmigrantes británicos, quiénes estaban relacionados con las disciplinas que luego ella abrazaría y la llevarían a la fama, amén de ganarse esa frase no muy deseada por los artistas, como "la mujer de...". A sus cortos seis años ya era bailarina de tap, supo ser maestra de danza de futuras estrellas como Gene Kelly y la mismísima Marilyn Monroe.
Reconocida por el rojo furioso de su cabello y una actitud irreverente, no hubo grandes exponentes que dejen marcas sobre su paso por el mundo artístico, pero aquí, en Argentina un joven muy talentoso se animó a un espectáculo que no es el típico musical: Juan Martín Delgado. Juan fue el creador de un musical del off que hoy en día se presenta en plena Avenida Corrientes, "La desgracia", ganador de varios premios y convertido en una obra de culto por el aspiracional boca en boca, más allá de sus otros tantos logros creativos.
"Gwen", así se titula su última creación, es un homenaje a esta talentosa mujer y lo hace creo yo, de la mejor manera, a través de la danza; por eso mencionara que es una obra particular, donde todos los cuadros son de baile, con una participación en modo de monologo al final de la virtuosa Virginia Kaufmann.
Para llevar a cabo esta pieza, cuenta con un grupo de bailarines, de hecho, bastante numeroso, todos ellos talentosos, realizando la fusión de géneros propios de ese momento y de la propia Gwen. Valoro mucho que el creador realice algo diferente e igualmente pueda retratar la vida de esta artista, desde pequeña hasta su vida adulta sin necesidad de tener que recurrir a la figura de Fosse.
El trabajo de las tres "Gwen": Milagros Llanos, Romina Fos y Virginia es meritorio, las dos primeras con muy buena presencia escénica y brillando en su arte, el baile y la última incorporando la actuación y el canto. Una mención especial al cuadro que realiza el joven Yerar Pérez, de una plasticidad y elegancia muy llamativas, que se lleva muy merecidamente la ovación del público.
Es de felicitar el trabajo de Juan Martín Delgado en su múltiple funcionalidad en la obra, que justamente hace hincapié en la disciplina que hizo brillar a su rotunda protagonista, la danza.
GUSTAVO SCUDERI