El teatro Picadero es un albergue de obras muy interesantes, curado con una mirada abarcativa, conteniendo obras muy ricas, artistas que nacen y otros con una trayectoria meritoria, tanto arriba del escenario de la hermosa sala, como en el detrás de escena.
Los sábados a las 22 horas se estará presentando una perla en la cartelera, que desprende una exquisites tanto en su texto como en su inmensa protagonista, logrando un clima de tranquilidad ante lo que estamos viendo y emocionando a muchos de los espectadores que conectarán con el lazo entre una madre y su hijo. Amén de ello, el no serlo (padres), no implica que uno no se meta en la historia basada en el libro "Okasan" de Mori Ponsowy, al contrario, nos atraviesa la narración y entramos en el mundo de esa madre que llega a Japón en búsqueda del encuentro con su hijo de 21 años.
Ella nos retratará muy minuciosamente el vínculo con ese hijo único, como lo crío y la necesidad de una búsqueda también por parte de él al fallecer su padre. Lo que me agradó muchísimo es también ver la transformación de esa madre, que llega a un lugar muy lejano del suyo y que comienza a encontrarse fundida en ese paisaje y esas costumbres, siendo la visita tan ansiada con su descendiente un comienzo en su nueva vida alejada de él.
La adaptación de la directora, Paula Herrera Nóbile en colaboración con Sandra Durán y la exquisita protagonista Carola Reyna tiene ese toque femenino, maternal y a la vez del entender las transiciones de una mujer que claramente está pasando el síndrome del nido vacío. Esa sensación de que su hijo único ya se emancipó y comienza su propio camino, su proyecto de vida, sin la necesidad de la supervisión o ayuda de su madre, eso es lo que le duele y provoca un vacío; pero en este viaje, reconocerá en él a un hombre y ya no a ese niño que la reclamaba.
La escenografía y utilería de Cecilia Zuvialde está logradísima, ya que, al tomar el texto, no es una tarea muy fácil recrear esos lugares de transición externos, gran trabajo el de podernos transportar a esas ciudades. Pero también es sumamente efectivo el resultado al desarrollar esos espacios internos del personaje que se palpan en la mirada de la creación de Carola y su directora.
La labor de esta talentosa actriz está subrayada por su pasar en escena, por su cálida entonación de los diálogos y el saber de la trayectoria, alejando el registro televisivo o cinematográfico para concentrarlo en uno teatral. La transformación de su madre, el reconocimiento de su cuerpo, de su pasado, presente y no tanto el futuro, lo aborda con las aristas necesarias para que podamos disfrutar de una actuación sumamente lograda.
"Okasan" en su título condensa el sentido y lo que quiere desprender la obra, muy bien explicado por Carola pero que no adelantaré, para que se sumerjan en este paisaje natural y emocional de los vínculos que se arman no solo por la sangre sino también por una sensación inexplicable, que tanto Carola como la directora abordan en esta obra hermosa.
GUSTAVO SCUDERI