Que un espectáculo se siga presentando durante un largo período o en varias temporadas consecutivas, es señal de que en él algo el espectador ve o bien se identifica. "Toda persona vista de cerca es un monstruo" va por su quinta temporada y lo llamativo de su largo título, refleja a la perfección, muy ácidamente, el trasfondo de la obra escrita por María Zubiri.
La cena entre dos parejas dará lugar para que la esencia, motivaciones y deseos de cada uno de ellos "explote" en la cara del otro; si bien ambas parejas son reflejos opuestos en su más íntimo ser, desearían otra cosa.
La fuerza arrolladora e imparable del texto de María, más las decisiones de puesta de su director Mauro Antón, en cuanto a movilidad y utilización de partes del espacio escénico, hacen que la pieza genere en el público risas y una atención permanente que también hace reflexionar.
Esta apuesta se encuadra dentro del género comedia dramática, ésta en particular, a través de su mordacidad y sin tabúes literalmente, logra diferenciarse, ya que esta temática es muy transitada y la hemos visto infinidad de veces.
Su parte actoral se suma al comentario anterior, si bien los actores la vienen transitando hace bastante, situación que ayuda mucho, logran una simbiosis destacada. María Zubiri, espléndida en el papel más liberal de los cuatro, su movilidad escénica es tan natural al igual que la de Sol Kohanoff, quien interpreta al personaje que mayores mohines tiene y resulta automáticamente adorable, atractiva actuación en cuanto a detalles interpretativos. Emiliano Pandelo y Maximiliano Prioriello, también se ensamblan muy bien con personajes opuestos dotándolos de sensibilidad, también naturalmente.
"Toda persona vista de cerca es un monstruo" es una propuesta que el público sigue acompañando, que desafía a cada espectador a hurgar internamente en sus propias limitaciones, a través de una risa cómplice y unos actores muy virtuosos.
GUSTAVO SCUDERI
