"La eternidad de una noche" tiene la atracción de ser una creación del reconocido Damián Iglesias, siendo esta su primera obra y resulta muy interesante ver y escuchar su propia voz. También es atrayente que la pieza fue una construcción paulatina y le tomó muchas noches, justamente y realmente la misma resume esa sensación, excitación, de "desnudar" su ser interior y, de hecho, es una tarea muy difícil plasmarlo en el escenario.
Me llamó muchísimo la atención que lo que presenciamos no se basa estrictamente en un texto, sino que lo atraviesa lo visual y lo sonoro; pero que después, esas peculiaridades son coherentes con la trayectoria de Damián, gran protagonista de musicales. Mucho de lo que veo también, me lleva a su "Calígula", creación del maestro Pepe Cibrián.
Por lo tanto, Damián suelta su original y profunda manera de retratar sus pensamientos, oscuros, nerviosos, creativos para poder desarrollar su "Yo". Y la forma que elige para retratarlo es desmenuzando y descontracturando su propia transformación, representándose a través de cinco actores, incluido el mismo.
En la puesta no hay canciones, pero si musicalidad, un gran trabajo de Damián, al igual que la iluminación de Alejandro Huella, reitero la propuesta entra mucho por los sentidos, incluyendo un excelente uso del multimedia.
Las performances de los artistas son de una entrega absoluta, cada uno de ellos realiza una representación completa, no sólo del texto, sino que la propuesta es un teatro físico más que de narración. Matías Acosta, Matías Asenjo, Fermín Varangot y el propio Damián conforman el elenco y se les suma Federico Sorrentino quien merece una mención aparte ya que ofrece su cuerpo, literalmente, a la visión del autor con una naturalidad y crecimiento artístico notorios.
"La eternidad de una noche" es una obra personal, de catarsis, que se desarrolla bajo el concepto interno de los pensamientos, donde Damián empieza a tomar impulso en su arte como creador, siendo el resultado realmente atractivo.
GUSTAVO SCUDERI
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